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(Jn 14, 6-7)

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El Purgatorio

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"El que ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, que ore y le dará la Vida. Me refiero a los que cometen pecados que no conducen a la muerte, porque hay un pecado que lleva a la muerte; por este no les pido que oren." (Primera carta San Juan 5:16)


La existencia del Purgatorio es dogma de fe. Está definido en los Concilios de Lyon, Florencia y Trento.
Ya en el siglo II se ofrecía la Eucaristía por los difuntos.
Si vamos a 1Corintios 3: 10-15, podemos leer como San Pablo indica que hay purificación más allá de la muerte. Y supone que se puede ayudar a los muertos, pues pide por Onesíforo, ya difunto. (Ver. 2 carta Timoteo 1:16ss)

Hablando del pecado contra el Espíritu Santo, dice Jesucristo que "No se perdona ni en esta vida, ni en la otra". Esto significa claramente que hay pecados que se perdonarán en la otra vida, es decir, en el purgatorio, porque si el alma está en el cielo, no lo necesita puesto que ya se santificó y si se encuentra en el infierno, ya no es posible el perdón, puesto que Jesús ha manfiestado que el infierno es eterno.

El Purgatorio es el sufrimiento de las almas que no se condenan por no haber muerto en pecado mortal, pero tienen que purificarse de alguna imperfección o rastro de  pecado venial antes de entrar al cielo.

"Los que mueren en la gracia  y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios".  "Al Cielo no entrará Nada Manchado" (Apocalípsis  21:27)


Por eso los Cristianos siempre han orado por los difuntos. Y debemos ser muy devotos de dichas almas, puesto que están sufriendo mucho hasta que les llegue la hora de entrar al Cielo. Orar por las almas del purgatorio, es un acto de misericordia.
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