"Ni ojo vió, ni oido oyó, ni ha concebido jamás el corazón humano lo que Dios tiene preparado para los que le aman" (San Pablo, 1ra Carta a los Corintios 2:9)
El Cielo es la Felicidad con que Dios premia Eternamente a los que mueren en Gracia de Dios. El Cielo es primordialmente un "estado". Es un modo de existir. El espacio es solo para las cosas materiales. Los espíritus para existir no necesitan de un lugar. Pero es necesario además suponer que se halla localizado en algún "lugar" aunque no sepamos decir dónde está. No hay más solución que decir, que, de uno u otro modo, el cielo es un lugar de gloria, es el conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. En el Cielo, los buenos viven con Dios eternamente felices; es el único modo de ser del todo feliz. Dios ha hecho al hombre para el Cielo. Por eso aquí en la Tierra ningún hombre encuentra esa felicidad completa que tanto busca. Por eso la aspiración fundamental del hombre no puede saciarse con la posesión de bienes materiales, el hombre no puede alcanzar su felicidad plena en una relación sujeto-objeto, sino en la relación yo-tú, es decir, en la relación con una persona. Por eso en este mundo la mayor felicidad está en el amor que solamente brota ante la presencia de lo bueno y de lo bello. La felicidad insuperable solo será proporcionada en el Cielo cuando poseamos el Bien infinito que es Dios. La felicidad del Cielo es difícil que la comprendamos con nuestra mentalidad de humanos. Es como hablarle a un ciego de los colores. La única felicidad completa, verdadera y absoluta está en el Cielo. Por eso la salvación eterna es el problema más importante que el hombre tiene que resolver en esta vida. Es algo difícil y que solo se tiene una única oportunidad de alcanzar. Por eso debemos poner todo nuestro empeño en alcanzar el Cielo, solo depende de mi, puesto que depende de mi comportamiento y si todo me sale mal, yo seré el que me hunda para siempre. Para salvarse y ganar el Cielo, es necesario servir a Dios y guardar los mandamientos. Esto cuesta trabajo, porque nuestras inclinaciones al pecado son muy fuertes, y el demonio, que nos envidia y quiere condenarnos con él, nos pone trampas mediante la tentación para que caigamos y así perdamos la gracia de Dios. Sin embargo, todos podemos vencer al demonio y a nuestras pasiones. "Todo es posible para el que ora". Si le pido mucho al Señor y a la Virgen María, si me confieso y comulgo con frecuencia, y procuro apartarme de la ocasiones de pecar, lo más probable es que me salve. Tenemos en nuestras manos los medios necesarios y suficientes para alcanzar la vida eterna: si los ponemos en práctica convenientemente nos salvamos. Es conveniente hacer retiros o ejercicios Espirituales para no apartarnos del camino de salvación. Hay además tres cosas muy eficaces para conseguir una buena muerte (Son dogmas de fe): - Comulgar los primeros viernes de cada mes. Click aquí para leer mas >> - Comulgar los primeros sábados de cada mes. - Rezar todas las noches tres Avemarías a la Santísima Virgen, que son prenda de salvación eterna. Pero si no se tiene el deseo vivo de servir a Dios y hacer el bien, todo lo que hagamos será totalmente inútil.
Es necesario pedir mucho nuestra salvación eterna. Quien pide salvarse con insistencia y de corazón y sirve con amor a Dios, es cierto que se salvará y, por el contrario, quien no lo pide y lleva una vida sin Dios, difícilmente se salvará. Dice San Alfonso María de Ligorio: "Todo el negocio de la salvación depende de la oración; si no oraís, vuestra condenación será cierta".